Un dedal para leer en braille y otros ejemplos de la “economía naranja”
La innovación tiene cada vez más valor económico y puede ser la clave para el desarrollo.
Gino Tubaro es inventor. O “superinventor”, según algunos medios de su Argentina natal. Su creación más conocida –la lista es larga- es un “dedal” que convierte un texto plano, como este, en Braille. Su empresa, Atomic Lab, se dedica a fabricar prótesis de manos (de alta tecnología, naturalmente) para personas con discapacidad.
Estas actividades, que permiten la transformación de ideas en bienes y servicios culturales, es lo que se conoce como “economía naranja"", ya que en psicología ese color es considerado un estimulante de la creatividad.
Fue a partir de la publicación del libro ""The Creative Economy"", de John Howkins, que la invención comenzó a ser vista como un valor económico. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la creatividad de personas como Gino ya ha generado millones de dólares en todo el mundo.
Según el libro ""Economía naranja, innovaciones que no sabias que eran de América Latina y el Caribe"", publicado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), solo en nuestra región “el comercio de bienes y servicios creativos generó en 2012 un total de US$124.000 millones”.
De acuerdo con la publicación, la industria creativa en América Latina y el Caribe ha generado 1,9 millones de puestos de trabajo, además de producir riqueza e impacto social.
Además de la Argentina de Gino, los países de la Cuenca del Plata no son ajenos a este nuevo y pujante sector económico. Aquí les presentamos algunos de los casos más destacados de Argentina, Bolivia, Brasil Paraguay y Uruguay que reseña el libro.