Editoriales

En 2016, los 'chicos' crecen

Foto: EFE

Por Juan Notaro

2015 no fue un buen año para América Latina desde el punto de vista de su crecimiento económico. Cuando uno observa el promedio regional de crecimiento percibe una economía estancada.

En buena medida, ello es motivado por el hecho de que los países más grandes de la región, como Venezuela, Argentina y Brasil, salvo el caso de México, han tenido un crecimiento marginal, se han estancado o han tenido un crecimiento negativo.

Naturalmente, y a pesar de que otros países de la región han mantenido relativamente altos niveles de crecimiento, el promedio regional se ve severamente afectado por la situación de las economías mayores.

Esta tendencia esconde el remarcable hecho de que una serie de países medianos y pequeños mantienen un razonable crecimiento económico a pesar de la incertidumbre internacional.

En el Cono Sur, Bolivia ha registrado un crecimiento que en términos regionales puede caracterizarse como estelar, superando el 4.5% de crecimiento, una cifra que se podría mantener en 2016. Paraguay, otro de los países pequeños de la sub-región llegó al 3% en 2015 y podría superar el 3,5 % en 2016, según los datos más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas.

Por su parte el más chico si se quiere, Uruguay, logró alcanzar una tasa de crecimiento del 2% en 2015 y podría llegar a 2,5% en 2016.

En el pasado, estos tres países, ante una coyuntura difícil de Argentina o Brasil, solían sufrir un impacto dramático, ya que su comercio exterior estaba completamente vinculado a las oscilaciones de los ciclos de estos países.

Hoy en día, la situación es relativamente distinta ,ya que los países más pequeños, aprendiendo lecciones del pasado, han buscado con éxito protegerse mucho mejor de las vulnerabilidades externas. Con tipos de cambios flexibles, un considerable aumento de las reservas, el estímulo para sostener flujos estables de inversión extrajera directa y un marco sólido de políticas les han permitido generar una capacidad de resistencia más elevada a los choques externos y la incertidumbre internacional.

Como los grandes, los países chicos sufren también el triple embate de tres grandes tendencias:

  • La transformación económica en China, del modelo de crecimiento, basado en la exportación y la inversión, a otro caracterizado por el consumo y los servicios, con la consiguiente caída relativa del crecimiento.
  • La abrupta caída de la demanda y, por ende, de los precios de las materias primas
  • El aumento de la tasa de interés hecho realidad la semana pasada por la reserva federal de los Estados Unidos, que si bien gradual por ahora, irá impactando en el costo del endeudamiento externo de los países.

Empero, para países como Uruguay y Paraguay, la cesta de productos básicos que exportan es variada y de base agropecuaria, lo que ha permitido que productos como la carne -que se han mantenido a un nivel comparativamente alto en el mercado internacional-, les hayan permitido absorber las pérdidas provenientes de otras materias primas agrícolas como la soja, cuyo precio es el más bajo de los últimos cinco años. Asimismo, siendo estos países importadores netos de petróleo como parte de su mix energético, la caída dramática de los precios del crudo los ha beneficiado. Además, en ambos países, el tipo de cambio flexible y el consiguiente ajuste del dólar hacia el alza han contribuido a amortiguar la caída de los términos de intercambio.

En el caso de Bolivia, si bien la situación ha impactado en su producción de soja, el país tiene un sustento importante en la exportación de gas natural y otros servicios energéticos y materias primas minerales, con claras ventajas comparativas. En este país, el crecimiento se asentó principalmente en un significativo aumento de la inversión pública y la consiguiente dinamización del consumo interno, lo cual le brindó sustentabilidad y equilibrio al modelo económico.

Así las cosas, el hecho de que los chicos sigan creciendo es por mérito propio y no por ninguna circunstancia externa. Con políticas adaptadas a las circunstancias de cada uno de ellos, pero con el signo común de reducir las vulnerabilidades externas y al mismo tiempo buscar el mantenimiento cada vez más eficiente de las políticas de inclusión social, han logrado revertir una tendencia histórica.

Esta vez cuando Brasil y/o Argentina estornudaron a los chicos no les llegó la gripe.

Texto publicado originalmente en la columna mensual de Juan Notaro en el Huffington Post.